lunes, 5 de mayo de 2014

Cuestión de dignidad - Alfarcito, Quebrada del toro, Salta

Una tarde de sol, a 2.900 metros de altura, el Padre Chifri veía como una familia quemaba madera de cardón para prender un fuego que pudiera asar un chivito. Le sorprendió observar esa materia prima tan rica quemada de esa forma. Consultó a los "quebradeños" si sabían que de esa madera podían surgir muchísimas creaciones. La gente ignorante, solo la habían usado para prender fuego o acumular basura en el cerro.
  El sacerdote bajó a la ciudad al día siguiente, y comenzó con la búsqueda de algunos misioneros que años anteriores habían visitado las casas de estas humildes personas. Encontró en su parroquia a diferentes mujeres que solían ir a charlar con ellos, y así se enteró de la poca dignidad que le regalaban las personas de la ciudad. 
  Esta gente vivía del trueque hasta el año 2.000, siendo siempre desfavorecidos en el intercambio. Ellos cosechan papa andina, maíz, habas, y era de las pocas cosas que podían cambiar por algún kilo de yerba, algo de leche, o alguna necesidad primaria del kiosco o supermercado del pueblo más cercano. Así fue que comenzó a pensar alguna manera de poder enseñar a la gente de los cerros a cosechar en mayor cantidad, a poder llegar a los supermercados de la ciudad, o también, con la madera de cardón, a crear artesanías y venderlas en la quebrada. 
  Junto a algunas personas que lo acompañaban en su parroquia de Rosario de Lerma, comenzó a enseñar distintos oficios que sirvieran para el cerro. El más concurrido y aceptado por la gente fueron las artesanías, que con la materia prima anteriormente nombrada, esparcido por toda la zona, podían hacerse muchas y de distintos tamaños. 
  En el año 2002, el "curita" creó la expo-cerros, queriendo demostrarle a la ciudad que el cerro estaba vivo, que había gente trabajando por su dignidad y una vida más plena. En esta exposición, Chifri pidió  a las distintas personas que venían aprendiendo a realizar las artesanías, que presentarán una creación por hijo que tenían. Esto gustó mucho y el "padrecito" supo que iba por el camino correcto. 
    En los años siguientes las exposiciones continuaron, el trabajo de los "quebradeños" se dio a conocer aún más, y fue muy valorado turísticamente. Pero Sigfrido Moroder se dio cuenta que la gente no podía vivir de una exposición al año, y quiso soñar en grande. Su primer idea fue "Fundación Alfarcito", una organización que una voluntades. El lema fue: "Nos une el anhelo de hacer el bien". Él quería que los "porteños" y "salteños" aporten a la causa y así poder crear un centro de artesanos. La idea era enseñar a los artesanos a hacer creaciones con lana de llama y oveja, sumado a las artesanías de cardón. Todo esto, poder venderlo a los turistas que pasan por la ruta que une a Salta con San Antonio de los Cobres. 
   Él pensaba, que si muchos donaban para ayudar a la causa, la fundación podía vivir de los donantes y no de los artesanos; por lo cual, toda la venta era para los artesanos. Se creó el centro artesanal, y los terceros sábados de mes se presentaban con sus artesanías, las dejaban y llenaban una tarjeta que marcaba quien era el dueño de la artesanía, que era, que precio ponía y de donde era. Así, en el mes siguiente, podía recaudar el 100% de su ganancia. 
  Así, el turismo se encontraba con un Centro de Artesanías en el medio de la Quebrada del Toro, y los visitantes entraban a llevarse los productos, y devolvían, sin saberlo en su totalidad, la dignidad de muchísima gente que con esfuerzo, trabajaba para darle de comer a su familia.

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